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Miércoles, 31 de mayo de 2023

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La Visitación


Sofonías 3:14-18 o
Romanos 12:9-16
Isaías 12:2-6
Lucas 1:39-56

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Reflexiones Similares

la sencillez de pentecostés

“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel” (Lucas 1:39-40).

   Todo cristiano no solo recibe Pentecostés, sino que se lo da a los demás. El primer día de Pentecostés, ciento veinte discípulos de Cristo (Hechos 1:15) recibieron el Espíritu Santo a las nueve de la mañana.  Entonces ellos les transmitieron el Espíritu Santo a casi tres mil personas antes de que se terminara ese día (Hch 2:41).  Nosotros también debemos permitir que venga el Espíritu Santo por medio de nosotros.  

   Muchos cristianos dudan poder transmitirles el Pentecostés a los demás.  Ellos están encerrados en el aposento alto por miedo, por sentimientos de insuficiencia o por odio propio. Les cuesta mucho predicar como san Pedro, sanar como san Pablo, o rezar como la Bienaventurada Virgen María.

   La fiesta de hoy es de esperanza para muchos de nosotros.  María lleva a Jesús y al Espíritu Santo y se lo transmite a santa Isabel y a san Juan no por trabajos extraordinarios sino por obediencia al Señor en cosas pequeñas.  María visitó y saludó a Isabel (Lc 1:39-40).  Ella amaba y servía a Isabel. Todos nosotros podemos hacer lo que hizo María.  Nosotros transmitimos Pentecostés a los demás no solo en hechos extraordinarios sino también obedeciendo al Señor en los detalles.  El Espíritu Santo es “dado a aquellos que lo obedecen'' (Hch 5:32) y por medio de ellos, obedeciéndolo.  Obedece, visita, ama, sirve.  Da Pentecostés.

Oración:  Padre, que pueda obedecerte estrictamente, o sea inmediata y completamente.

Promesa:  “¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! Él exulta de alegría a causa de ti, te renueva con Su amor y lanza por ti gritos de alegría” (Sof 3:17)

Alabanza:  “El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!” (Lc 1:49)

Referencia:  

Rescripto:  Aunque todos sus hijos se casaron fuera de la Iglesia, Roberto nunca deja pasar un día sin orar por ellos y por sus almas.

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