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Domingo, 21 de octubre de 2018

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29no domingo de T. Ordinario


Isaías 53:10-11
Hebreos 4:14-16
Salmos 33:4-5, 18-20, 22
Marcos 10:35-45

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Reflexiones Similares

tomándolo personalmente

"El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento" (Isaías 53:10).

Isaías profetizó que Jesús sería "traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades" (Is 53:5). Jesús fue aplastado porque "el Señor hizo recaer sobre Él las iniquidades de todos nosotros" (Is 53:6). La culpabilidad de una persona puede causar su colapso (ver Os 14:2) o incluso ser aplastado. Imagina (si puedes) todo el peso de toda la culpa de todos los pecados de cada persona que ha vivido o vivirá alguna vez. Imagina este peso presionando a una persona al mismo tiempo. Entonces, puedes entender por qué "estaba [Jesús] tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano" (Is 52:14). Jesús sufrió en la cruz más de lo que jamás se puede imaginar.

Jesús murió a causa de nuestros pecados. En consecuencia, cada uno de nosotros es en parte responsable de la muerte brutal de Jesús (Catecismo de la Iglesia Católica, 598). Sin embargo, Jesús sufrió terriblemente y murió por cada uno de nosotros. Por lo tanto, lo menos que podemos hacer es:

  • vivir vidas de acción de gracias a nuestro crucificado Salvador,
  • amarlo "con todo [nuestro] corazón, con toda [nuestra] alma, con todas [nuestras] fuerzas y con todo [nuestro] espíritu" (Lc 10:27),
  • contar a cuantas personas nos sea posible sobre Aquel que nos amó hasta la muerte en la cruz (ver Fil 2:8), y
  • estar ansioso por morir como mártir en imitación de Jesús.

Cuando una persona se da cuenta de que en parte causó la muerte de Jesús y fue amada perfectamente por Jesús en Su muerte, esa persona ya no vive para sí, "sino para Aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Co 5:15). Entra en la nueva vida de Jesús crucificado (Gál 2:19).

Oración:  Padre, envía al Espíritu Santo para que yo pueda tomar personalmente la crucifixión y muerte de Jesús.

Promesa:  "El mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud" (Mc 10:45).

Alabanza:  Toda alabanza y acción de gracias para Ti, Jesús nuestro Salvador. Te adoramos ahora y siempre.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018

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