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Domingo, 20 de agosto de 2017

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20vo domingo T. Ordinario


Isaías 56:1, 6-7
Romanos 11:13-15, 29-32
Salmos 67:2-3, 5-6, 8
Mateo 15:21-28

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Reflexiones Similares

¿cuánto quiero una gran fe?

"Entonces Jesús le dijo: 'Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!' Y en ese momento su hija quedó curada" (Mateo 15:28).

El Señor quiere decirnos como le dijo a la mujer cananea: "¡qué grande es tu fe!" La fe y la gran fe son gracias de Dios. La gracia de la gran fe ha sido aceptada de muchas maneras, especialmente a través de pruebas. "Por eso, ustedes se regocijan a pesar de las diversas pruebas que deben sufrir momentáneamente: así, la fe de ustedes, una vez puesta a prueba, será mucho más valiosa que el oro perecedero purificado por el fuego, y se convertirá en motivo de alabanza, de gloria y de honor el día de la Revelación de Jesucristo" (1 Pe 1:6-7). Las pruebas pueden ser la manera de Dios de hacer nuestra fe genuina y grande. Jesús pudo haber estado probando la fe de la mujer cananea negándose inicialmente a hablarle o ayudarle (Mt 15:23ss). El hecho de que ella pasó la prueba fue el resultado de tener una gran fe.

Aunque el Señor puede optar por probar nuestra fe, naturalmente queremos evitar las pruebas debido al sufrimiento involucrado. Sin embargo, "demos gracias al Señor, nuestro Dios, que nos somete a prueba, lo mismo que a nuestros padres" (Jud 8:25). Hoy, tomemos la decisión de aceptar la gracia de la gran fe, pase lo que pase. Hagámosle frente al hecho de que podemos tener que sufrir grandemente para tener gran fe. Escojamos una gran fe porque esto le es agradable al Señor, "sabiendo que la fe, al ser probada, produce la paciencia. Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que les falte nada" (Stg 1:3-4). ¿Te dirá Jesús: '¡qué grande es tu fe!'? (Mt 15:28)

Oración:  Padre, que pueda querer Tu voluntad más que el placer o la liberación del dolor.

Promesa:  "Porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos" (Is 56:7).

Alabanza:  Alabado sea el Jesús resucitado, cuyos ojos "miran al justo y sus oídos escuchan su clamor" (Sal 34:16).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 15 de mayo de 2017.

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