Nuestras vidas son de gran importancia para todo el mundo en todo momento porque:

• Hemos sido bautizados en Cristo (Rom 6:3),

• Tenemos la Trinidad viviendo dentro de nosotros (ver Jn 17:23),

• Somos hijos reales y sacerdotales de Dios (Rom 8:16; 1 Pe 2:9),

• Somos la luz del mundo y la sal de la tierra (Mt 5:13-14), y

• Por la fe podemos hacer obras más grandes de las que hizo Jesús (Jn 14:12).

Sin embargo, nuestras vidas están "ocultas con Cristo en Dios" (Col 3:3). Nos sentimos como si hubiéramos "En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza" (Is 49:4). "También nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo" (Rom 8:23). Los efectos de nuestras vidas parecen una semilla pequeña en vez de una cosecha (ver Lc 13:19). Nos sentimos decepcionados.

Sin embargo la verdad es que:

• "Los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros" (Rom 8:18).

• "solamente en esperanza estamos salvados. Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve?" (Rom 8:24).

• "nosotros caminamos en la fe y todavía no vemos claramente" (2 Co 5:7).

• El Señor multiplicará nuestras vidas si le damos todo lo que somos (ver Mc 6:34ss; 8:1ss).

Por lo tanto, ten coraje. No temas. Ora y trabaja. "Alégrense siempre en el Señor" (Fil 4:4). ¡Jesús puede volver en cualquier momento!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de mayo de 2017.

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