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Domingo, 21 de febrero de 2016

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2do domingo de Cuaresma



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cubierto de nubes

"Y no aprecian sino las cosas de la tierra" (Filipenses 3:19).

Durante sus cuarenta años en el desierto, Dios acompañó a los israelitas, habitando en una carpa llamada la Carpa del Encuentro (ver Ex 40:2). Cuando era hora de continuar el viaje, el Señor se levantaba en una nube que se cernía sobre la Carpa del Encuentro. Cuando la nube se movía, las personas empacaban la Carpa del Encuentro y seguían la nube. Cuando la nube se detenía, el pueblo armaba la Carpa del Encuentro, y Dios descendía de la nube a morar en la Carpa en medio del pueblo (Ex 40:34-38).

La sagrada presencia de Dios en el monte Horeb (Sinaí) prefigura Su presencia en la montaña de la Transfiguración (Ex 24:15; Lc 9:29, 35); también la nube en la Carpa del Encuentro prefigura la sagrada presencia de Dios en la Transfiguración (Ex 40:34ss; Lc 9:34). La Antigua Alianza, representada por Moisés y Elías (la ley y los profetas), se une a la Nueva Alianza, es decir, Jesús y los apóstoles. Aunque Pedro quiere construir tres carpas, él no necesitaba una carpa para entrar en la Presencia de Dios; él ya estaba de pie en la Presencia de Dios transfigurado dentro de la nueva Carpa del Encuentro y de la nube. Estando parados con los pies en la tierra y su cabeza en la Presencia de Dios, las mentes de los apóstoles ya no se fijan en las cosas del mundo (ver Fil 3:19).

En cada Misa en la que participamos, somos como los apóstoles en la montaña de la Transfiguración. Nuestros pies están en la tierra, pero el Señor baja del cielo en la Eucaristía. En la Misa, estamos parte en el cielo y parte en la tierra. Participa en la Misa todos los días, o tan a menudo como sea posible, y "ten el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra" (Col 3:2).

Oración:  Padre, en este tiempo de Cuaresma, ayúdame a concentrarme en las cosas celestiales y no en las cosas de la tierra (Col 3:1ss; Jn 3:1ss; Fil 3:19).

Promesa:  "Nosotros somos ciudadanos del cielo" (Fil 3:20).

Alabanza:  ¡Te alabo, Jesús, Señor del cielo y de la tierra!

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de noviembre de 2015.

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