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Martes, 25 de octubre de 2016

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Efesios 5:21-33
Salmos 128:1-5
Lucas 13:18-21

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uno viene después de dos

"Los dos serán una sola carne" (Efesios 5:31).

Todos deseamos unidad en el matrimonio, la familia, las amistades, la Iglesia y la vida. Jesús murió por nosotros, precisamente para convertirnos en uno (Jn 11:51-52). En un mismo Espíritu hemos sido bautizados e incorporados en un solo cuerpo (1 Co 12:13). Jesús está orando para que seamos uno como Él y el Padre son uno (Jn 17, 21).

Para que seamos uno con Dios y entre nosotros mismos, hace falta amor. Necesitamos maridos que nos muestren cómo Jesús amó dándose a Sí mismo por nosotros (Ef 5:25). Para ser uno, tenemos que ser sumisos unos con otros en el temor de Cristo (Ef 5:21). Una actitud temerosa y devota ante la maravilla de Dios es la base para la sumisión y la unidad. Necesitamos esposas que nos enseñen cómo ser sumisas (Ef 5:22), es decir, la forma de llevar un orden santo en nuestras vidas es poniendo los intereses de los demás por encima de los nuestros (Fil 2:4).

Nuestro profundo deseo de unidad llegará a su cumplimiento en el amor, el sacrificio, el temor del Señor, la sumisión, el orden santo, y el desinterés. Jesús está orando para que seamos transformados y logremos la unidad. ¿Vas a dejar que Él te haga uno?

Oración:  Padre, conviértenos en uno.

Promesa:  "¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos!" (Sal 128:1).

Alabanza:  Roberto y Sara volvieron a estar juntos cuando invitaron a Dios de nuevo en su matrimonio.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de junio de 2016.

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