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Martes, 20 de octubre de 2015

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san Pablo de la Cruz


Romanos 5:12, 15, 17-21
Salmos 40:7-10, 17
Lucas 12:35-38

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Reflexiones Similares

la conmocion de obedecer a dios

"Pero me diste un oído atento…" (Salmos 40:7).

El pecado es rebeldía contra un santísimo Dios. Porque Dios es tan grande, el pecado es muy perverso —tan perverso que penetró y deformó la naturaleza humana. "Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte" (Rom 5:12). Los efectos del pecado fueron tan catastróficos que Dios se hizo hombre, murió en la cruz y nos dio la oportunidad de nacer de nuevo con una nueva naturaleza (ver Jn 3:3).

Tan poderoso como el pecado es, la obediencia de Jesús es mucho más poderosa. "Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos. Es verdad que la Ley entró para que se multiplicaran las transgresiones, pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rom 5:19-20). La obediencia de Jesús, aun de morir en la cruz (Fil 2:8) es el mayor acto de amor que se haya realizado en la Tierra. Por lo tanto, obedecer al Padre, como lo hizo Jesús, es un extraordinario privilegio en el que entramos en el corazón del poder y del amor de Dios. Deberíamos conmocionarnos al saber que el Señor nos ha escogido para obedecerle y ser Sus esclavos (ver Col 3:24). ¿Por qué quisiera Dios alguna vez mandarnos a hacer algo? ¿Por qué Dios debiera incluirnos? ¿Por qué Él escogería trabajar por medio de nosotros?

Más aun, el Señor en Su amor por nosotros, nos da constantemente oportunidades para obedecerle. Si tuviéramos solo una oportunidad para obedecer al Señor, planificaríamos y centraríamos nuestras vidas en torno a ese precioso momento de obediencia. Todavía podemos vivir constantemente en obediencia. Que nos demos cuenta del privilegio de obedecer a Dios. Que podamos estar constantemente sorprendidos de que Dios quiera alguna vez mandarnos a hacer algo.

Conmociónate que podemos pecar y hemos pecado. Conmociónate aun más de que podemos obedecer.

Oración:  Padre, enséñame a obedecerte no importar lo que cueste.

Promesa:  "Les aseguro que Él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirles. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!" (Lc 12:37-38).

Alabanza:  El ejemplo de san Pablo como joven lleno de santidad inspiró muchas vocaciones religiosas.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 15 de junio de 2015.

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